El pan blanco y los falsos panes integrales
(elaborados con harina blanca y algo de salvado, levadura artificial y
productos químicos, son igual de nocivos, sin importar la marca famosa o no),
contienen varias de las siguientes sustancias químicas: yeso blanco,
monoglicéridos y diglicéridos, estearoil-2-lactilato de sodio,
azodicarbonamida, ácido tartárico, diacetilo, glicol propileno, musgo de
Irlanda, harina de arroz, almidón de papa, soya molida (residuos de la
extracción del aceite), dióxido de cloro, harina de pescado, harina de huesos,
lactato, de calcio, fosfato de amonio, bromato de calcio, azodicarbonamida,
polisorbato 60 y, por supuesto, mucha sal…
¿Cree que todo esto se añade pensando en su
salud? No, claro que no. El yeso blanco, llamado sulfato de calcio, no es
añadido para quitar las grietas de su estómago, sino para que sea más fácil
amasar hornadas de masa de 250 kg en máquinas gigantescas.
La lista de venenos continúa. ¿Había pensado
alguna vez que las levaduras químicas que han sustituído a la levadura natural
viva están compuestas de cosas tan sospechosas como el bromato de potasio,
ALUMINIO, cloruro de amonio, tartrato, cloruro de amilasa, etc. ? ¿Sabía que el
blanqueador usado para purificar las harinas, DIÓXIDO DE CLORO, puede matar la
flora intestinal y es utilizado también en los detergentes? Todo el mundo busca
que el pan esté “fresco”, sin saber que para lograrlo los industriales le
añaden otra sustancia tóxica: etileno. Desde luego usted no leera el nombre de esta
porquería en la etiqueta sino a los sumo “emulsificante”.
También está el glicol propileno. Esta sustancia
mantiene el color del pan, para que no se decolore mientras espera a que usted
lo compre. El glicol propileno tiene otro uso: como anticongelante. Se ha
comprobado en animales que produce una terrible depresión.
Los panes envasados y que han de permanecer mucho
tiempo en una estantería sin llenarse de moho (es decir, sin permitir que se
desarrolle la vida) están tratados con numerosos ingredientes para mater
bacterias. Uno de los más usuales es el propionato que tiene la particularidad
de destruír las enzimas que permiten al organismo asimilar el calcio. Otro
compuesto químico utilizado para “mejorar” la apariencia del pan aunque haya
sido elaborado con harinas de muy baja calidad es el persulfato, un compuesto
químico usado también para niquelar metales, y que tiene la curiosa propiedad
de destruir las pocas vitaminas que pueden quedar en el pan y de convertir el
calcio en cal no asimilable por el organismo humano.
Quizás haya oído hablar del pan “enriquecido”.
Créame, se trata tan sólo de otra tomadura de pelo; al pan blanco se le quitan
más de 22 nutrientes al refinarlo y se le añaden 4 ó 5 en forma de vitaminas y
minerales inorgánicos, pero nada de esto hace que se parezca al verdadero pan y
sigue sin hacer ningún bien al cuerpo y sí mucho de malo. La única solución al
problema del pan es comer pan de verdad: Pan integral con levadura fresca.
Observe sus intestinos. Descubrirá que cuando
come pan –DE VERDAD- (PAN INTEGRAL CON LEVADURA FRESCA) funcionan de maravilla, con heces voluminosas y blandas
que no le producirán el menor daño al defecar. La fibra absorbe el agua del
estómago, se expande y hace sentir a la persona satisfecha, saciando el apetito
con menor cantidad. La fibra también reduce la absorción de calorías en el
intestino delgado y permite que el organismo ingiera más alimento sin engordar.
Una vez que haya erradicado de su vida las calorías vacías como el pan blanco,
pastelería, azúcar blanca o refinada, arroz blanco o pulido, etc., descubrirá
que ya no tiene porque preocuparse por la obesidad. El auténtico pan integral
no engorda, mientras que el pan blanco y el falso pan integral sí lo hacen.
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